|
El autor. Juan
Cruz nació en Puerto de la Cruz (Tenerife) en
1948. Licenciado en periodismo e historia. Periodista
y autor de una extensa obra literaria y ensayística,
en la que destacan títulos como Periodismo:
¿Vale la pena vivir para este oficio? (2010)
o Un oficio de locos (2012). Vinculado al diario
El País desde su fundación en 1976, en
el que ha desempeñado los cargos de redactor
jefe de Cultura y jefe de la sección de Colaboraciones.
Entre 1992 y 1998 dirigió la editorial Alfaguara.
Entre los numerosos galardones que ha obtenido destacan
el Premio Comillas, el Premio Azorín de Novela
y, más recientemente, el Premio Nacional de Periodismo
Cultural.
La Obra. Me hice con esta obra porque siempre
me han atraído los libros de memorias. El autor,
a través de la evocación de dos oficios,
el de periodista y el de editor, analiza la situación
actual por la que atraviesan ambos. Se muestra pesimista,
como tantos otros, con respecto al futuro de la prensa
de papel, y no le falta razón. También
yo considero que el periodismo de papel tiende a la
desaparición, acabará convirtiéndose
en algo así como el tam-tam frente a las posibilidades
del teléfono móvil, sin remedio. La muerte
del libro es otra cosa, será mucho más
lenta o, incluso, no será. Lo que se escribe
en el periódico es flor de un día y lo
que se escribe en un libro nace, y también hasta
muchas veces se compra, con la pretensión de
que nos acompañe hasta la muerte y, por eso,
puede acabar siendo un lujo pero será; necesito
creerlo.
Particularmente, lo que más me interesó
de este libro es lo que se dice de muchos de los personajes
que aparecen en él (el Indice onomástico
es realmente extenso), que en algunos casos me sirvió
para rememorar experiencias personales, algunas incluso
reflejadas en esta misma páginas (Ver Héctor
Abad Faciolince, 2010 o Manuel Vincent, 2011). También
me interesó lo bien que habla de algunos libros
que me acuso de no conocer y, por lo tanto, de no haber
leído, tales como Bonsái de Alejandro
Zambra, La lluvia amarilla de Julio Llamazares,
Pequeñas virtudes de Natalia Ginzburg,
Azul sobre azul de Manuel de Lope. Supongo
que si traigo aquí estos títulos, por
si mismos tan sugerentes, es para no olvidarme de ellos.
Si alguien hace una referencia positiva de un libro
que no conozco, lo confieso, ya me siento culpable.
Con su compañía, por el tiempo que me
dure su lectura, eso es lo que espero, podré
andar sobre seguro, sin que los promotores de bestsellers
tengan la más mínima oportunidad de hacerme
caer en la trampa una vez más.
Resaltar, por útimo, que el autor a través
de algunos comentarios, más o menos entre líneas,
se deja caer sobre lo que ya sabemos todos, cómo
funcionan los premios literarios. Dicho por un editor
tiene más fuerza.
Y no hay mucho más que decir, se trata de una
obra entretenida para los interesados en el mundo de
la edición, del periodismo y de la literatura.
No tiene tampoco otras pretensiones
.
|