William Golding . El señor de las moscas. Madrid, Alianza Editorial.

   
 

El Autor. Nace en Newquay, Cornualles, Reino Unido, el 19 de septiembre de 1911 y muere en Perranaworthal, Cornualles, Reino Unido, el 19 de junio de 1993. Novelista y poeta. En el otoño de 1934  publica su primer libro de poesía, Poems, que posteriormente repudiaría, y al año siguiente comienza su trabajo como profesor en la escuela Michael Hall, en el sur de Londres, trabajo que abandonará dos años después para volver a Oxford, donde prepara su doctorado. En diciembre de 1940 ingresa en la Royal Navy. Participó en la famosa persecución y destrucción del acorazado alemán Bismarck. En 1943  formó parte del apoyo naval durante el desembarco de Normandía. Una vez finalizada la guerra regresó a su labor como docente. En 1952 comienza a trabajar en una novela titulada “Strangers from Within” (Extraños desde el interior), que después de ser rechazada por varios editores, es publicada en 1954 por Faber and Faber con el título “Lord of the Flies” (El señor de las moscas). Cultivó también el teatro y la crítica literaria.  En 1962 deja su trabajo como profesor para dedicarse a la literatura a tiempo completo, dando conferencias sobre El señor de las moscas y escribiendo ensayos sobre sociología y literatura, recopilados en The Hot Gates y A moving target.

W. Golding   En 1971 publica Envoy Extraordinary, junto a otros dos relatos en The Scorpion God (El dios escorpión) y comienza a escribir un Diario en el que cuenta tanto experiencias personales como sus dificultades creativas. En 1980 comienza su trilogía To the Ends of the Earth, donde deja entrever su pasión por el mar y la navegación a través del periplo mundial de su protagonista, Edmund Talbot, y que finalizará entre 1989 y 1991.  Muere de un infarto y yace enterrado en el cementerio de Bowerchalke, Reino Unido.  Fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 1983. En 1988 fue nombrado Sir, caballero de la Orden del Imperio Británico por la reina Isabel II y en 1992 Doctor Honoris Causa por la Universidad de Oviedo, España.



La Obra. El Señor de las Moscas es una novela magistral, un clásico de la literatura, uno de esos libros a los que merece la pena volver. Trata de la naturaleza del ser humano de la forma más pesimista que cabe imaginarse.

En la II Guerra Mundial, un avión se estrella en una isla paradisiaca. Este avión transporta decenas de niños británicos (no hay chicas, lo que ya hubiera complicado definitivamente la situación) de entre los seis y los once años, y tras el accidente, ningún adulto sobrevive, con lo que los niños han de buscarse la vida por sus propios medios, y establecer una sociedad provisional a la espera de un rescate por parte de “los mayores”. En principio, justo después del siniestro, Ralph, un joven atractivo y carismático, se hace con el control gracias a una caracola que utiliza para llamar a los demás. A él se le pega como una lapa el gordo Piggy (el más capacitado y el más infravalorado), de quien se burlan hasta la saciedad, y busca en Ralph protección y respeto. Otro chico, Jack, tras una discusión con Ralph, se impone y crea otro bando, libre de leyes y de formalidades y con conductas mucho más déspotas y anárquicas.

Bajo este argumento,  se delimitan unos personajes que deben afrontar una situación límite, que pone en evidencia que incluso los niños, cuando se ven obligados, pueden dar pruebas de lo que representa la capacidad de la especie humana para sobrevivir, pero sin que falte ese riesgo añadido, que tantas veces nos pierde a los hombres, que puede llevarnos incluso a arriesgarnos a regresar a las mismas cavernas por querer demostrar que somos mejores que los otros y que, por lo tanto, nuestra forma de pensar debe prevalecer. Los niños, seres aparentemente inocentes (los hay que precisamente abusan de tal presunción y son perversos), comienzan a dar pronto pruebas de sus instintos, impulsos y de sus capacidades para salir adelante y constituir un mundo con sus inevitables líderes y  vasallos. Al quedar desnudos ante la vida salvaje se hacen al medio que los rodea tomando de él aún aquello que puede destruirlos. Ese mundo de la infancia ejemplifica ya el prototipo de lo que pueden terminar siendo en la vida adulta: Ralph representa el orden y la civilización; Piggy la razón y cordura de la sociedad;  Jack el deseo de poder y la maldad; Roger la crueldad y el sadismo en su mayor escala; Simon la bondad natural del hombre.

Lo más atractivo de El Señor de las Moscas es su profunda y minuciosa reflexión social, donde las buenas intenciones y las tensiones entre los niños, al principio suaves y llevaderas, se convierten en una lucha violenta y desgarradora entre dos bandos (la eterna guerra entre el bien y el mal), con consecuencias increíblemente arrolladoras. Si desaparece el orden, si dejan de cumplirse las leyes, surge el caos, la destrucción y la muerte.  Una sociedad sin leyes no funcionaría, no puede existir la libertad absoluta sin dañar la libertad del otro, no se puede vivir en un mundo sin responsabilidades y en el que la fuerza por la fuerza solo puede conducir a terminar perdiendo algo.

La condición metafórica del libro deja en evidencia la idiosincrasia del ser humano de una forma dura, cruel y tajante. Leer El señor de las moscas es enfrentarse al horror de ese otro yo, tan inocente como un niño jugando a ser cazador, que habita dormido en cada uno nosotros y que un día, ante cualquier adversidad o al sentir amenazada su propia existencia, puede despertar surgiendo de los rincones más oscuros del alma humana.

Esta novela, a pesar de lo despiadado de su historia, esconde un derroche de imaginación y originalidad, una placentera culminación de la inspiración, plagada de detalles curiosos en lo estético y en lo narrativo (aunque en ocasiones la minuciosa descripción del entorno nos llegue a resultar aburrida), con un estilo frío y elegante, y unos personajes alegóricos y memorables, que sufren una evolución apabullante.

Su carácter antibelicista le ha convertido en un libro de referencia en la literatura anglosajona hasta el punto de que es lectura obligada en muchos colegios de Gran Bretaña. También ha visto adaptaciones al cine en 1963 y 1990. La novela tiene una marcada influencia de La Isla de Coral (1857) de Robert Michael Ballantyne. Golding resalta esa influencia al llamar a sus dos protagonistas igual que dos de los personajes principales de la novela de Ballantyne, Ralph y Jack.


El Señor de las Moscas debería figurar en el top 10 de cualquier persona que aprecie la lectura.
   
 
Ser demasiado bueno es antinatural.
   
 
 
 
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