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El autor: Nacido en Jerez
de la Frontera, de padre cubano y madre de ascendencia
aristocrática francesa, el 11
de noviembre de 1926.
Poeta, sobre todo, y novelista. Estudió Filosofía
y Letras en Sevilla entre 1949 y 1952 y Náutica
en Cádiz. Colaboró con Camilo José Cela
en la elaboración de la revista Papeles de Son
Armadans. Ejerció de profesor universitario
en Bogotá. Trabajó en el Seminario de lexicografía
de la Real Academia Española. Ha obtenido
los premios de novela Biblioteca Breve (1962), Ateneo (1981)
y Plaza y Janés (1988), y es Premio Reina Sofía
de Poesía Iberoamericana (2004), Premio Nacional
de las Letras Españolas (2005), Premio Nacional
de Poesía (2006) y Premio García Lorca (2009).
Ha recibido también en tres ocasiones el Premio
Nacional de la Crítica, dos como poeta y una como
novelista. Doctor Honoris Causa por le Universidad de Cádiz
(2004). En 1977 recibió el título de Hijo
Predilecto de Andalucía. Su obra poética
completa está recogida en el volumen Somos el
tiempo que nos queda y ha publicado con posterioridad La
noche no tiene paredes. Es autor de la novelas Dos
días de setiembre, Ágata ojo de
gato, Toda la noche oyeron pasar pájaros, En
la casa del padre, y Campo de Agramante.
La esmerada utilización del lenguaje, un léxico
muy cuidado y el barroquismo caracterizan su obra.
La obra: Por primera vez las memorias de Caballero
Bonald en un solo volumen, en el que recorre
su vida, desde su nacimiento en 1926 hasta 1975, el
año en que muere Franco. Los talentos de narrador
y poeta se conjugan en estas memorias, donde lo primero
que me ha sorprendido es el dominio del lenguaje, hasta
el punto de encontrarme con palabras nuevas (derrubio,
por ejemplo) o con usos del idioma para mí desacostumbrados
como ese “me habló con despacio” (locución
adverbial usada más en Andalucía) y la
manera que tiene de contar. El autor relata una realidad,
la suya, que hasta en ocasiones puede ser o acercarse
a la ficción (“¿Sabe que miente
el que recuerda?”, se pregunta él mismo
en uno de sus versos) que eso parece ser que importa
poco. Todo un amplio mundo que va desde las anécdotas
más personales hasta los acontecimientos que
marcaron su época: los juegos de infancia en
Jerez, los primeros amores, el descubrimiento de la
literatura, la Guerra Civil o los años desalentadores
del imperio franquista. En las páginas de este
libro (pocos me generaron tanta necesidad de ir colocando
marcas de referencia según avanzaba en la lectura)
desfilan todos los referentes de la cultura de la época,
sobre todo escritores pero también pintores,
artistas y un largo etcétera. Además
no se anda por las ramas en las consideraciones sobre
cada personaje: se moja, y lo hace con independencia
de juicio y una muy especial agudeza crítica.
Estas páginas revelan, a ritmo de novela, el
entresijo del mundo de las letras y la cultura en nuestro
país, y ofrecen un lúcido y honesto retrato
de sus protagonistas políticos y culturales.
Se trata de un recorrido apasionante y revelador a
través de una época muy especial de nuestro
país, de la mano de un protagonista y
testigo privilegiado.
En su recorrido por tantos lugares del mundo, no le queda
más remedio que decir lo siguiente de su querida
Barcelona, algo hoy tan evidente para tantos, catalanes
incluidos, pero que no siempre se atreven a decirlo: “Pienso
que la decadencia –llamémosla así – cultural
y social de Barcelona ha crecido al mismo irregular compás
que sus ínfulas folclóricas nacionalistas,
como si realmente no hubiese podido sobrellevar la desaparición
de sus hijos más indisciplinados y eminentes.” Para
alguien que escribe sobre libros, no debe sorprender que
la consideración anterior le incite a aprovecharse
de la ocasión para preguntar sobre hasta qué punto
somos conscientes de que en esa ciudad radica precisamente
el gran negocio del libro en lengua española y que
en ella residen los agentes literarios de escritores en
esa lengua de enorme prestigio. Y después del inciso, diré que
Caballero Bonald también se refiere a mi Galicia, “el
país que más he llegado a amar después
del que bordea la desembocadura del Guadalquivir”,
sentimiento que, por otro lado, he podido constatar en
muchos andaluces, de lo que se deduce que algo debe unirnos
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El libro La novela de la memoria me
ha dado mucho juego, lo he leído con avidez, y regresaré a él
sin duda. Me ha permitido descubrir a un Caballero Bonald enamorado de
Cuba y conocedor de su literatura. Escribe sobre Paradiso, de mi
admirado Lezama Lima: “Aparte de todo eso, Paradiso – que
apareció precisamente
durante uno de mis viajes, en 1966 – es la obra de un impar maestro,
de un investigador órfico en los atajos menos frecuentados y las comarcas
más abisales de la palabra poética. Ahí se estabiliza
sin duda una de las grandes aventuras llevadas a cabo en la lengua española
desde Góngora a Juan Ramón Jiménez” |
Por
supuesto, ¿cómo podía faltar Camilo
José Cela en esta obra?, con sus “mudables
y no poco dificultosas relaciones.” Aparte
del asunto acaecido con su mujer, Rosario Conde, de todos
conocido, el escritor no escatima elogios hacía
su persona. Reconoce que Papeles de Son Armadans (una
empresa en la que Caballero Bonald colaboró estrechamente),
sobre todo en su primera época (entre 1956 y los
primeros sesenta) “jugó un papel sin duda
relevante dentro de los avatares y sinsabores de la cultura
literaria española.” En relación
con Pascual Duarte comenta: “…me
había quedado la imagen de una prosa narrativa
muy tersa y, sobre todo, de una pericia estilística
brillantemente soldada a la tradición clásica.”
También nos encontramos con una muy especial
referencia sobre el escritor gallego Álvaro Cunqueiro: “A
partir de ahí, mi afición por este demiurgo
en versión lucense no hizo sino acrecentarse.”
En definitiva, una obra ambiciosa, para leer “con
despacio”, en la que se enfrentarán a cerca
de casi mil páginas de fácil lectura,
llenas de sorpresas, que representan un ameno e intenso
testimonio de una época. Desde luego, imprescindible
para los enamorados de la literatura, por lo que dice
y cómo lo dice.
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