|  | El   autor.
 
 
                          
                          
                          
                            Nacido  en la Ciudad de Méjico, año 1958. Director de cine, guionista,  productor y escritor. A los trece años perdió el sentido del olfato  como consecuencia de una pelea callejera, lo que le sirvió de  inspiración para alguno de sus mejores guiones. Estudió Ciencias de  la Comunicación y obtuvo una maestría en Historia en la Universidad  Iberoamericana. En 1991 publicó su primera novela, Escuadrón  Guillotina. Tres años más tarde  salió Un dulce olor a muerte,  que sería llevada al cine. La tercera novela, El  búfalo de la noche, apareció en  1999 y también fue llevada al cine, en este caso con guion del mismo  Arriaga. Su cuarta obra, El salvaje, apareció en 2016 y fue Premio Mazatlán de Literatura 2017, siendo  seleccionada en varios países como una de las mejores novelas del  año. En el año 2020 apareció Salvar  el fuego, Premio Alfaguara de novela  2020. Como guionista de cine escribió los  de las películas   Amores  perros, 21  gramos, Babel, Los  tres entierros de Melquiades Estrada,  que recibió el premio al mejor escritor en el Festival de Cannes  2005, y The  Burning Plain, su ópera prima como director. Produjo  y coescribió la historia Desde allá, primera película  iberoamericana en ganar el León de Oro en el Festival de Venecia.  Aparte de otras aportaciones (cuentos, cortometrajes) y otros  premios, su literatura ha sido traducida a veinte idiomas. Fotografia de 2017.
 Fuente: Wikipedia
 
 La Obra.
 
  
 
 
                          
                          
                          
                           
                          
                          
                          
                           Una de las pocas  veces que un premio está a la altura de la calidad de la  obra. Sin que tal hecho sirva de precedente.  Resumen.  Marina, una mujer casada, con tres hijos  y una vida familiar resuelta y que se desenvuelve dentro de los  límites de lo convencional y propios de una vida social alta  (formada por individuos que “a falta de cicatrices se tatúan.  También por eso la ropa nueva que compran está rota y con desgaste  simulado, como si hubiese sido usada por años en trabajos rudos. A  estas generaciones les faltan heridas, calles, golpes”), coreógrafa  de cierto prestigio, se ve involucrada en un amorío tan inesperado  como irrefrenable con un hombre, José Cuauhtémoc (con afanes de  escritor, “escribir para no morir tanto”), proveniente de los  extremos de la sociedad, un homicida condenado a cincuenta años de  cárcel.
 
                          Esta es una novela que retrata las contradicciones de un país, a  la vez que las contradicciones más hondas de la naturaleza humana.  Es una novela de amor y es una novela que al final termina por  brindar esperanza 
                          La novela tiene un buen arranque,  hasta el punto de que, cuando ya me había iniciado  significativamente en su lectura, o eso fue lo que creí, me sentí  impulsado a ponerme en contacto con un amigo mejicano para hacerle  saber que un compatriota suyo había escrito una obra excepcional.   Pasadas aproximadamente unas 150 páginas casi me arrepentí de  haberlo hecho, porque entré en un mundo de subtramas, de múltiples  historietas que, si no estás motivado, te pueden inducir al abandono  de su lectura. Súmesele a lo ya dicho el enfrentarte con que el  libro está lleno de modismos mejicanos y de palabras transcritas tal  como suenan en español, cuando son expresiones en inglés, algunas  difíciles de comprender. Terminas con la sensación de que a este  libro le sobran páginas -diré que yo mismo me deshice de bastantes  sin o sin casi detenerme a leerlas- , pero también es cierto que por  alguna razón acabas superando las dificultades y, por fin, te  encuentras con las 100 últimas páginas por las que transcurres  mucho más animado. 
                          El autor, a través de las 659 páginas del libro, desarrolla una  historia de amor, eso sí poco creíble, a veces bordeando el género  rosa, ambientada en un escenario mejicano que, a pesar de los  mensajes que nos llegan, no considero llegue a los extremos que se  nos presentan: peleas de narcos, corrupción política, injusticia  social, racismo, desigualdad, discriminación, crisis económica,  muertos…De todas formas vete tú a saber, que llevo cierto tiempo  sin estar por allí. En este sentido aprovecho para recomendar la  lectura de Cartas de amor y rebeldía,  de una escritora mejicana, ya nacionalizada también como española,  Lydia Cacho, que a más de uno le abrirá los ojos, puesto que la  inseguridad reinante en su país le llevó inevitablemente al exilio.  Lo cierto es que cuando se escribe un libro todo depende de las  intenciones del autor, que probablemente nos quiso enfrentar con una  selva de intenciones excesivas, o como ya he dicho vete tú a saber,  igual no tanto, y desbordada de relatos paralelos. En consecuencia,  el lector de este libro atravesará un abrumador fango real e  imaginario que no le dejará indiferente,  hasta llegar, por fin, a  una resolución que demuestra que el amor todo lo puede, que da vida  y que hasta ayuda a reinsertar a los malos.  Con sus virtudes y defectos, se trata de una novela singular,  diferente, con innegables destellos de talento y que podemos  catalogar de extraordinaria. Eso sí, lo repito, le sobran páginas.  Decir, para terminar, que Guillermo Arriaga es un gran escritor 
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